lunes, 26 de enero de 2009

el embrujo de juaneco

El embrujo de Juaneco
Otros grupos se aprovechan de su gloria y hasta los imitan con cushmas incluidas, pero el verdadero Juaneco y su Combo seguirá siendo el que conforman Wilindoro Cacique en la voz, Fernando Mora en la primera guitarra y Rosendo Hidalgo en los timbales. Esta crónica del autor de “El Pintor de Lavoes y otras crónicas”, Luis Miranda, es un repaso por el éxito y las tragedias personales de un grupo que es objeto de un documental al estilo de Buena Vista Social Club.

Por Luis Miranda

Ahora que vemos a Juaneco y su Combo como apetitoso plato fuerte de una discoteca del sur (en el mismo local donde se realizan fiestas rave), ahora que chiquillas de dieciocho años se pegan al escenario para tocarle la mano al abuelo Wilindoro Cacique, la voz emblemática del grupo desde hace 42 años y amante del chuchuhuasi con miel, ahora que lo bailan sin reservas en Asia o en Puente Piedra, en La Planicie o Piedras Gordas, ahora que pasa todo esto que los tiene tan felices y rejuvenecidos, pensamos que una extraña justicia ha tocado a los juanecos.

El grupo conoció un merecido éxito hasta 1977, cuando cinco de sus integrantes murieron en un accidente aéreo que dejó muda a la selva. Si no viajaron en aquel vuelo al más allá todos los músicos pucallpinos fue por razones fortuitas que hoy agradecemos de rodillas. El dueño del grupo, Juan Wong, Wilindoro y el extraordinario timbalero Rosendo Hidalgo siguieron en la brega pero, con refuerzos y todo, el grupo no obtuvo el mismo impacto. Y sin embargo su irresistible música siempre estuvo allí, persistente como el chorro de la lluvia sobre las hojas del bijao, traviesa como el correr de la tangarana por el monte.

Abuelos de Bareto

Junto a Jorge Olazo y Joaquín Mariátegui, percusionista y director del grupo Bareto, comparábamos la historia reciente de Juaneco y su Combo con aquello que años atrás había sucedido con los cubanos de Buena Vista Social Club: talentos mayores de 60 años eran rescatados, en algunos casos del olvido, para retomar su indiscutible puesto de leyendas vivas de la música. Wilindoro Cacique cumplirá 66 y Rosendo Hidalgo ya rasca los 65. Pacurro, la primera guitarra que reemplazó bien al finado Fachín, no se queda atrás. También observamos que Juaneco y su Combo, por la belleza de su guitarra psicodélica, sobre todo en “Vacilando con Ayahuasca”, podría ser llamado el Santana de la selva.

Entonces, abril del 2008, los músicos de Bareto tenían todo listo para lanzar su disco “Cumbia” y solo esperaban que el impredecible Wilindoro Cacique estampara su voz en la nueva versión de “Ya se ha muerto mi abuelo” y otros dos hits juanequeros que meterían de cajón en su producción reivindicatoria de nuestra marginada (por algunos) música tropical. Wilindoro era famoso por su informalidad y a veces había que amarrarlo y meterlo en el bus para que se vaya a cumplir compromisos que había adquirido más allá de su tierra. Desde que ocurrió aquel accidente aéreo, Wilindoro no quiere saber nada con los aviones.

Este álbum de fusión terminó conquistando el difícil primer lugar en ventas y Bareto puede ahora darse el lujo de cobrar lo que quiere por cada concierto. Algunos malvados creen que el grupo miraflorino ha bañado, perfumado y teñido el pelo a la chicha y la cumbia peruana en general para que los pitucos de Lima puedan decir como el gordo Casareto: esta sí passsa. Y que de paso le sacaron el veneno que la hacía tan rica.

Lo cierto es que gracias a Bareto otras clases sociales ahora ya gozan en la cuatro por cuatro (y sin roche) de chichazas como “Muchacho provinciano” de Chacalón y “El aguajal” de Los Shapis. Y sobre todo de “Ya se ha muerto mi abuelo” de Juaneco y su Combo, tema que a nuestro juicio es la verdadera Número 1 del 2008, a pesar de que tenga más de 30 años de estrenada. Los primeros que reconocen el trabajo de Bareto son los propios integrantes del legendario grupo pucallpino, hasta hace año y medio relegados a los campos de trabajos forzados del olvido.

Pero no sólo las clases acomodadas se ganaron con Bareto, sino los jóvenes. Hace pocos meses, en un concierto de homenaje a Los Destellos en Los Olivos, estábamos junto a Juaneco y su Combo observando cómo cientos de muchachitos limeños saltaban con la versión baretiana de “Ya se ha muerto mi abuelo”. Bareto tocaba y nosotros mirábamos desde una terraza nada VIP. Los juanecos (que eran el plato de fondo de esa noche en la que convivían grupos de rock y de cumbia) estaban chinos de gusto con sus nietos musicales. Wilindoro me dijo señalando a la multitud ondulante: “Mira, para que no te confundas”. Y no, pues, no había espacio para la confusión. Bareto tocaba con maestría, pero era el embrujo de Juaneco lo que hacía brincar a la chiquillada como poseída por el Tunche, el demonio de la selva.

Esta ha sido la mejor simbiosis musical de la historia. Bareto rescató a Juaneco. Y Juaneco enseñó el éxito a Bareto.

De Pucallpa a España

¿Por qué queremos tanto a Juaneco y su Combo? Porque es el sonido de nuestra niñez malcriada. Es el sonido de las fiestas con amanecida y toque de queda. Es el ritmo de la mujer hilandera que me enseña a hacer hilo (a hacer hijos) y yo te enseño a enamorar. No hay música que transporte a la selva con tanta desenvoltura y amoralidad, pero no al bosque sino a la selva de los puertos y los mercados, a la selva de los juanes con ají de cocona y pinguita de mono, a la selva de la fiesta de San Juan y los cuerpos barnizados por el agua de río.

Hasta hace dos años casi nadie les daba bola a los juanecos. Hasta en su propia tierra, salvo para la Fiesta de San Juan. Durante esa celebración en la que la comunidad amazónica en batallón se vuelca a chapoterar en los ríos y lagunas, “Vamos a la Fiesta de San Juan”, de Juaneco y su Combo, es el himno que moja a todos. Ahora el grupo de la cushma y las plumas no sólo es la sensación de los chicos de Miraflores y Barranco sino que tiene como mánager a Christian León, el DJ principal de radio Doble 9 (la radio rock en Lima).

No solo eso, el videasta Alex Carbajal está preparando un documental para contarle al mundo la historia de estos músicos tan sencillos como el juane de arroz, pero que fueron capaces de crear melodías que se meten a la médula con el único objetivo de hacerla temblar de gozo y frenesí.

La meta de Carbajal es llevar a Juaneco y su Combo a España para presentarlo en festivales de world music. Y los foráneos que han escuchado esa música diabla dicen que serán la sensación del verano europeo. Y

Rosendo en Peligro

El tiempo ha pasado para Rosendo Hidalgo, el genial timbalero que es uno de los dos sobrevivientes del grupo original junto a Wilindoro Cacique. Aún mantiene el rostro pícaro de los primeros LPs, pero su cabeza es blanca y sus movimientos cautos. Es un abuelito venerable. Viernes 11 de enero del 2009 en esta discoteca del Sur, lo veo tocando como solo él sabe hacerlo, es decir tocando sus timbales con una energía que llena de brillo y cojones a la cumbia amazónica. Y la verdad no puedo creerlo. Rosendo sufrió un derrame cerebral hace poco. Pudo haber muerto pero se aferró a sus compromisos. Tenía que tocar para los limeños.

Tenía trabajos pendientes en la carpintería. No quería que le cantaran “Ya se ha muerto mi abuelo”. No sé. Pero Rosendo está tocando y nadie sabe que debe agarrarse fuerte a los timbales y a la música que de él sale como un chorro para no caerse. “¿Está seguro de que puede tocar?” Rosendo podía tocar. Necesitaba el dinero para su recuperación. Las medicinas son caras y él solamente es un carpintero que hace horas extras tocando. “Todavía puedo”, dijo.

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